domingo, 27 de septiembre de 2009

ESPERANZA.


Toda esperanza conlleva cambio, salvo la del hombre dichoso, quien espera, precisamente, que nada cambie.

CRISIS DE IRONÍAS.


Durante la sobremesa del viernes, oí a Juan José Millás quejarse del exceso de literalidad con que los hablantes abordamos consuetudinariamente el lenguaje verbal. En concreto, su desencanto nacía de la inhábil capacidad que hoy día poseemos para aprehender sentidos irónicos.

La ironía se define fácilmente como aquella figura retórica que consiste en dar a entender lo contrario de lo que se dice. Cierto es que la retórica siempre impone mucho. Como arte bella que es, trata de dotar al lenguaje de la suficiente eficacia para deleitar o conmover; pero no sólo, sino también para persuadir, convencer, demostrar... Tal vez por ahí se cargue de razón el cojijo del bueno de Millás: tendemos de manera alarmante a despreciar la riqueza idiomática, conformándonos y aun contentándonos con la expresión fácil y simple. Tristemente, la retórica se ignora en la calle y se teme en las aulas —curso tras curso, consternado, he de asistir a la prolija actividad de los folículos sudoríparos de los estudiantes de Humanidades ante la sola mención de anáforas, quiasmos o hipérbatos—. Y si sólo fuese ése el mal..., pero sucede a menudo que, a quien más y a quien menos, se la traen floja los vicios, defectos e incorrecciones en que pueda incurrir al hablar —no digamos ya al escribir, pues se siente la ortografía como pérfido método de tortura—.

En fin, no hay excusas. Si cualquiera es capaz de decirle a quien acaba de cometer tamaño desatino "¡qué listo eres!" o es capaz de calificar como "animada fiesta" la más tediosa reunión, cualquiera es ironista en cierne. Lo demás es esfuerzo.

De momento, a falta de éste: ¡viva la desidia idiomática! (No me tuerzan el gesto, que es una ironía).

martes, 15 de septiembre de 2009

FORGEsTONES.

Gracias, Bel.

Me llegó al alma este sincretismo con que tocabas la fibra sensible de mi yo forgiano y de mi yo stoniano.

Por no hablar del guiño a mi vicio de fumar y a mi vetustez.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

OH, DIO!

Cuando hace ya varias temporadas daba inicio en las noches de C33 el programa Nit d'Arts, su cabecera musical era siempre, invariablemente, el Intermezzo de Cavalleria Rusticana.
Hasta entonces, esta hermosa pieza de Pietro Mascagni siempre me había evocado el final de la tercera entrega de la saga cinematográfica de El Padrino. Sofia Coppola, ante las cámaras pierde toda la calidad que tras ellas atesora; pero su muerte, en manos de Al Pacino, vale para que el espectador asista sin habla al trágico desenlace. Como si el silencioso grito del actor nos contagiase su callado estruendo.
Ahora, la nostalgia de un buen programa de TV me puede, y junto a la operística escalera mafiosa, el Intermezzo trae a mí también a Gorgori y Alier —con quien tuve el placer de coincidir en el Liceu durante una representación de La petita flauta màgica—.


Sin duda, un grandísimo final de película. Espero que lo hayáis disfrutado.

domingo, 6 de septiembre de 2009

CACHAZA.

Foto: jnj

La vida —más aún en estos tiempos de crisis que corren—, mejor tomársela con cachaza.

Las caipiriñas, también, por supuesto. Da igual que estemos a punto de finiquitar el verano.

La dilogía va a sonar a eslogan publicitario que pudiese utilizar cualquier destilador de caña de azúcar; pero, en la vida y en la bebida: cachaza.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

BIENVENIDOS...

Foto: jnj

... a mi nueva casa, cuantos llegáis de la antigua como quienes acertáis a leer a contraluz por primera vez.

Habréis de perdonarme todos la impericia ante este nuevo entorno que, para más inri, no hace sino sumarse a mi ya proverbial ignorancia informática.


En fin, que, con tiempo y una caña, iré nutriendo estos rincones y paredes cibernéticos lo mejor que buenamente pueda.

Se admiten consejos.

Mientras, lo dicho: sed, en verdad, bienvenidos.