martes, 27 de marzo de 2012

Mies van der Rohe

Foto: Seagram Building ©, por Jnj

Google dedica hoy su doodle del día a Ludwig Mies van der Rohe, en el centésimo vigesimosexto aniversario de su nacimiento.

Lo cierto es que no pretendo escribir aquí un artículo sobre arquitectura contemporánea, arte sobre el cual es menos lo que sé que lo que desconozco. Otros habrá que dibujen renglones al respecto con suma maestría. No obstante, no he podido evitar recordar la mañana en que, de paseo por Nueva York, quise acercarme, poco menos que en peregrinación devota hasta el 375 de Park Avenue, en pleno centro de Manhattan, para saturar mi mirada con ese «Menos es más» del celebérrimo edificio Seagram. Unas cuantan fotografías eran obligadas, incluida la del recuerdo fetichista:

Foto: Seagram Building & me ©, por Jnj

jueves, 22 de marzo de 2012

Desencantado proselitismo reivindicativo


En estos días que preceden a la huelga general convocada para el 29-M, son muchas las conversaciones en las que acabo hablando del tema con amigos y conocidos, muchos los comentarios de otras tantas conversaciones ajenas que, desgajados y al azar, llegan a mis oídos en el bar, en la tienda, en la calle... No he computado estadística alguna; pero, grosso modo, mucho me temo que la huelga acabará siendo cualquier cosa menos general. Y me duele, ciertamente. Me duele porque mi sentimiento, que es proletario, forjado en el solidario fuego de la unión hace la fuerza, desfallece —agoniza, diría—. Y me duele porque mi entendimiento no acierta a comprender una aparente contradicción. A saber, estas conversaciones y estos comentarios acaban reduciéndose a un común denominador: son solo quejas. Que si "No hay derecho", que si "Menuda injusticia", que si "Adónde iremos a parar"..., que si patatín que si patatán, porque a la hora de la verdad somos los menos quienes acabamos admitiendo que iremos a la huelga.

No sé si es significativo —aunque, a mi entender, lo resulta— el hecho de que todo aquel que reconoce que no ejercerá su inalienable derecho a huelga, a renglón seguido, siente la perentoria necesidad de justificar su decisión. Supongo que, después de todo, la contradicción no solo la detecto yo sino también quien intenta justificarse, ya que, en realidad, la contradicción no es aparente sino cierta.

A mí, casi todos los argumentos que oigo me suenan más a excusa barata que a justificación razonada: unos alegan no poder prescindir del sueldo de un día; otros, que la huelga no va a solucionar nada; estos, que temen posibles represalias del empresario; aquellos, que si la huelga fuese indefinida, sí que se sumarían a ella... Respeto todas y cada una de las opiniones expresadas, sobre todo atendiendo a que cada cual conoce mejor que nadie su propia situación económica y laboral; pero —repito— mucho me temo que no hacen sino excusarse ante mí, ante el otro, y con ello, autoengañarse.

Intentaré explicarme, no sin antes advertir que no quisiera, pues no lo pretendo, que alguien se ofendiese por lo que a continuación escribiré. Empezaré por exponer el más absurdo de cuantos razonamientos he oído. Se trata del de dos buenas amigas muy queridas por mí, ambas administrativas en sendas gestorías, quienes me dijeron que no podían sumarse a la huelga porque, en estas fechas y con no sé qué papeleos relativos a no sé qué impuestos y pagos, estaban, en sus empresas, hasta arriba de faena (sic). Perdón, pero no hemos entendido nada tras siglo y medio de huelgas; se nos ha olvidado que es una medida de presión, la mejor y casi única de que disponemos los trabajadores, destinada a recordar que no conviene abusar de nosotros porque, no solo somos necesitados, también somos necesarios. En fin, la próxima huelga a ver si acertamos a convocarla para un domingo y así, al menos, aquellos que opinan que la huelga no va a servir para nada tendrán más razón que un santo.

En cualquier caso, esta va a ser un jueves laboral, por lo que no acierto a comprender que se anticipe su esterilidad. Quizás peque yo de espíritu dialéctico; pero, de la afirmación de que la huelga no va a servir de nada, ¿no se infiere perversamente que no hacerla sí ha de servir de algo? Me entra la risa floja al recordar, por semejante falacia lógica, el apotegma de Giuseppe Tomasi di Lampedusa: «Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie». Y entre todos lo vamos a permitir a fuerza de no hacer nada. A mí, que me perdonen; pero no hacer nada sí que no servirá de nada.

Una variante sibilina de este razonamiento es la que muestra quien dice que a lo que sí se apuntaría es a una huelga más dilatada —incluso indefinida, llegan a proponer los más osados entre osados—. Lo cierto es que congrego con ellos; aunque, francamente, desconfío del grado sinceridad con que lo pregonan; me suena a argucia, a sofisma barato; en definitiva, a excusa. Y, en cualquier caso, si la huelga de un día resulta un fracaso, no habrá habido demostración de fuerza, por lo que ¿cuándo van a atreverse los sindicatos a proponer una huelga más radical que suponga —entonces sí— un verdadero sacrificio para el trabajador?

Efectivamente, renunciar de forma indefinida al sueldo con que comprar el pan y pagar la luz sería un enorme y heroico sacrificio; pero renunciar al de un día, ¿lo es de verdad? Quien más y quien menos ya hemos renunciado, no a uno, sino a varios días de sueldo. Nos han obligado a ello, porque, a quien más y a quien menos nos han bajado el sueldo —a algunos, reiteradamente—. Ciertamente, debe de haber familias que viven situaciones límite; pero, en la mayoría de casos, renunciar al sueldo de un día es simplemente una cuestión de prioridades. Prioridades mal entendidas, es decir, más excusas.

Pienso, finalmente, en quienes temen posibles represalias por parte del jefe, en algunos casos seguramente de forma justificada; en los más, nueva excusa. Y, de todas formas, con nuestro miedo, ¿no olvidamos acaso que el empresario también teme? Teme a la huelga, pues si todos dejamos de trabajar, la empresa no funciona y eso son pérdidas. Sin duda lo que les falla a los que arguyen este patatín es la solidaridad, un valor humilde muy a la baja en estos malos tiempos que corren. Y les falla por duplicado: primero piensan que no todos sus compañeros harán huelga; luego, se apresuran a ser ellos quienes no se suman a la huelga, preventivamente.

En fin, cierro, que ya son demasiados los renglones. Y lo hago con el desolador presentimiento de que la huelga será un fracaso participativo y con el amargo convencimiento de que, el mismo 29-M, Rajoy escupirá por los micrófonos mediáticos, cínica aunque justificadamente, que el fracaso de la huelga demuestra que las decisiones del Gobierno cuentan con el respaldo mayoritario de una sociedad que no ha mostrado su disconformidad con ellas. En política, siempre me he resistido a decir que tenemos lo que nos merecemos; pero, lamentablemente, ya me voy convenciendo de que es así.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Día Mundial de la Poesía

Durante la trigésima reunión de la UNESCO, celebrada en París en 1999, se adoptó la decisión de proclamar el 21 de marzo como Día Mundial de la Poesía. Sin duda, la elección de la fecha no es aleatoria ni gratuita, ya que, astronómicamente, el equinoccio que da inicio a la primavera se sitúa entre el 20 y el 21 de marzo. La naturaleza, a través de su indisimulada exuberancia, dicta que este es su mes; y el inconsciente humano, a menudo tan sabio, dicta que esta es la estación del amor. Si tenemos en cuenta que el amor es, por antonomasia, el sentimiento humano y que, en literatura, es el género lírico el que le sirve de vehículo expresivo, a poco, por ese camino, llegamos a la poesía.

En los sitios de la 2.0 que comparto con mis alumnos de ESO y bachillerato hemos compartido y seguiremos compartiendo gustos y experiencias poéticas bajo el lema Bécquer escribió: «Poesía eres tú». Ven aquí, pues. En este otro rincón de la web, más personal y sin vocación docente, quisiera traer para el cibernauta que acierte a pasar por aquí, el poema de José Agustín Goytisolo El oficio del poeta:
Contemplar las palabras
sobre el papel escritas,
medirlas, sopesar
su cuerpo en el conjunto
del poema, y después,
igual que un artesano,
separarse a mirar
cómo la luz emerge
de la sutil textura.
Así es el viejo oficio
del poeta, que comienza
en la idea, en el soplo
sobre el polvo infinito
de la memoria, sobre
la experiencia vivida,
la historia, los deseos,
las pasiones del hombre.

La materia del canto
nos lo ha ofrecido el pueblo
con su voz. Devolvamos
las palabras reunidas
a su auténtico dueño.
Y una secuencia cinematográfica, también sobre el oficio de poeta, extraída de El lado oscuro del corazón, filme de Eliseo Subiela.

miércoles, 14 de marzo de 2012

La unión hace la fuerza

29- M
HUELGA GENERAL


LA UNIÓN HACE LA FUERZA
Seamos nosotros quienes manejemos las tijeras contra la gaviota pepera.

domingo, 11 de marzo de 2012

Lo políticamente correcto


Estoy hasta los putos cojones de guardarme en la hiel de las entrañas, no lo que pienso, sino las formas en cómo expresarlo.

Anoche, Fer, mi reciente amigo, me decía, no sin toda la razón, cómo, durante una reunión de amigos (cuatro culés y un merengue), en la tele aparecía Guardiola en rueda de prensa y ninguno de ellos prestaba atención a la pantalla; minutos después, aparecía el gilipollas de Mou también en rueda de prensa y entonces todos, merengue y culés, abandonaron momentáneamente la conversación para atender a lo que el luso decía. Ni que decir tiene que, finalizada la rueda de prensa, la conversación entre los amigos futboleros se retomó, no en el punto en el que se abandonase previamente, sino abordando lo escupido por el políticamente incorrecto entrenador madridista. Fer, tras referirme el hecho, sentenciaba de esta guisa: "Mourinho es el puto crack de las ruedas de prensa".

En castellano, el anglicismo crack tiene tres acepciones:
      1. Droga derivada de la cocaína.
      2. Deportista de extraordinaria calidad.
      3. Caballo que destaca en las carreras.
Mou, caballo no me parece; más bien jamelgo, o mejor pollino (que posee acepción figurada de aplicación a seres humanos, si es que a esta racional especie animal puede adscribirse semejante tipejo). Deportista, no me lo parece demasiado, pese a dedicarse al deporte (es entrenador, sin duda; aunque sí dudo que lo sea de fútbol; Pepes, Marcelos, Sergios Ramos y compañías más parecen indicar que lo sea de full contact), y lo de la "extraordinaria calidad" ha de ser ponderación que vaya por barrios; pero, en este en el que yo me hallo, donde la calidad va intrínsecamente asociada a la humana..., pues va a ser que no. Queda una última y, en realidad, primera acepción, según el DRAE: pues bien, de la cocaína no creo que derive el tipo, pero que Mou es droga dura no admite peros; la anécdota explicada por Fer lo corrobora y, si hiciesen falta más argumentos ilustrativos, ahí está ese vituperable programa televisivo, Punto pelota, pestilente materia excrementicia, cuyo tufo, a pesar de heder intensamente (pues no solo apesta, sino que además enfada, cansa y resulta insoportable), atrapa al espectador, tanto al que congrega blanqueando, como al que difiere azulgranamente.

Repito: estoy hasta los putos cojones. Y es que uno se pasa la vida trabajando, mientras soporta la incompetente tiranía de los jefes. Llega a casa, y las noticias hablan de las abusivas imposiciones gubernamentales, de las injusticias de la Justicia (los Camps, Urdangarines... campan impunemente a sus anchas; tiempo al tiempo, si no, con el yernísimo) ...

Y hoy, 11 de marzo, día en que se conmemora el fatal atentado en la estación madrileña de Atocha, uno ha de ver cómo los hipócritas peperos se ponen al frente de los homenajes a unas víctimas a las cuales se les insiste en no conceder auténticas culpabilidades (aún estamos con la infame segunda vía de investigación).

Pues estoy hasta los putos cojones. Y lo seguiré estando gane o pierda hoy el Barça, pues no me ofende que el Real Madrid se lleve la liga (todos estamos históricamente acostumbrados a eso); me ofende que el hipócrita de Mou, tan polliníticamente incorrecto siempre, en vez de obviar la penosa actuación arbitral de anoche, declare cínicamente que "Nos gusta la filosofía con la que se ha arbitrado".

sábado, 10 de marzo de 2012

La Bohème


La crisis nos va quitando a todos esos pequeños caprichos que, como dulces paréntesis, nos separan momentáneamente de nuestra vida proletaria. Imagino que, de seguir así, un día habré de dejar también de acudir al Liceu. De momento, me resisto; pues, aunque pueda parecer un pequeño capricho burgués, es, en realidad una necesidad del alma. Además, un poco para compensar quién sabe qué, mi mujer lucía en la chaqueta una ostentosa chapa roja con una leyenda reivindicativa contra los recortes presupuestarios en sanidad y educación (la misma que habría lucido yo, de no haberla regalado previamente a Rubén, mi camarero favorito). Con todo, al margen del ahorro en la economía doméstica, los tentáculos ERE de la crisis a punto estuvieron de dejarnos sin función, cinco meses después de compradas las entradas.

El reparto de anoche no es el del día del estreno. Me quedé con las ganas de oír a la Musetta de Ainoha Arteta, brillante, según mi buena amiga Mary; pero la tocaya Garmendia estuvo a la altura del papel, añadiendo a su interpretación vocal una sobresaliente actuación teatral. Por otro lado, parece ser que Ramón Vargas, el tenor del estreno, quedaba tapado por la orquesta más de lo que resultaría aconsejable; en cambio Roberto Aronica sobresalió con suficiencia casi siempre: su repertorio hace tiempo que incluye a un Rodolfo capaz de convencer. En cuanto al papel protagonista femenino, de entre las cuatro posibles Mimís, lo cierto es que creía haber tenido la suerte de poder asistir a la interpretación de Inva Mula, soprano retenida desde hace tiempo en el rincón mitómano de mi cerebro por la interpretación de la Diva PlavaLaguna en El Quinto Elemento, de Luc Besson. Aún no sé por qué me tocó asistir a la de la uruguaya María José Siri; pero no puedo quejarme, puesto que fue, merecidamente, la más aplaudida de la velada. La mitomanía me la curo enseguida enlazando aquí el vídeo de aquel filme.



Por lo demás, la producción de esta temporada (la misma que pudo verse hace una década), dirigida por Giarcarlo del Mónaco, es sumamente vistosa, sin que en ningún momento traicione el tono del drama que viven los personajes. La buhardilla del primer y el último acto se resuelve en una escenografía ciertamente clásica, pero perfecta, a cuya idoneidad contribuye el tratamiento de la iluminación (por cierto, la escena en que vuelan infinitos papeles es de gran plasticidad).

La magnífica tramoya de que está dotado el Liceu permitió que la transición entre el primer y el segundo acto se sucediese imperceptiblemente a telón alzado, mientras en un primer plano, fuera de penumbra, Rodolfo y Mimí cantaban su dúo de amor. Aunque, como apunta Agustí Fancelli en su crítica de El País (29/02/2012), «Cabe preguntarse si la solución no podía repetirse en el paso del tercer al cuarto acto, pues ahí el descanso resulta francamente antipoético, amén de innecesario a apenas media hora del final.» Con todo, ha de hacerse notar que la escenografía de fuego y nieve del tercer acto es, sencillamente, admirable.

En fin, aunque (o precisamente porque) las crisis son «Malos tiempos para la lírica», que dirían Golpes Bajos (y, si no, que se lo pregunten al filósofo, al pintor, al músico o al poeta de Puccini), ¡un auténtico lujazo lo de anoche!

jueves, 8 de marzo de 2012

Día Internacional de la Mujer Trabajadora


Esta mañana, una alumna de 4.º de ESO me rectificaba, tras anunciar yo en el aula que hoy se conmemora el Día Internacional de la Mujer.

— Trabajadora, profe.

Ciertamente, aunque la desigualdad entre sexos va más allá del ámbito laboral.

Otro alumno, poco después, ha lanzado la idea de que, si de igualdad se trata, cabría entonces fijar también en el calendario un Día Internacional del Hombre, olvidando así, sin duda, que el sentido de la conmemoración es claramente reivindicativo y que son las necesidades y no las ventajas lo que tiene sentido reivindicar. No obstante, la normalidad, esto es, la igualdad entre sexos habrá llegado cuando en el calendario se conmemore un Día Internacional del Hombre, pero entendido en sentido genérico; al cual, por cierto, deberíamos llamar Día Internacional del Ser Humano para bien desambiguar. Claro que, entonces, ya no habrá necesidad reivindicativa ninguna y sería cuestión de festejarlo; mejor, por tanto: Fiesta Internacional de la Igualdad entre Sexos.

Desgraciadamente, todavía andamos muy lejos de ello. No sé si el lector habrá reparado en la imagen que ilustra esta entrada. En ella, puede verse una etiqueta de lavado en la que, tras las pertinentes recomendaciones de mezcla de colores, planchado, etc., se indica en inglés la alternativa "O dáselo a tu mujer; es trabajo suyo". No voy a incidir en lo repulsivo de la leyenda, ante la cual no es excusa un más que dudoso sentido del humor; sí quisiera hacer notar (aunque es sobradamente notorio) que la mujer trabajadora está en desventaja no solo en el mercado laboral; también en casa.

viernes, 2 de marzo de 2012

Felices 70, Lou

Entré a la música con mayúscula gracias a la admiración que siempre se profesa, en los años tiernos, al hermano mayor. Por eso llevo toda una vida siendo stoniano. Y por eso también empecé a idolatrar tempranamente a Pretenders, a Fleetwood Mac y sobre todo a Lou Reed, con o sin los Velvet.

El gran roquero ha vivido mucho y ha sobrevivido a todo. Hoy cumple 70 años. ¡Felicidades, Lou!

Lo suyo es que ahora enlace una canción. Acuden a mi pensamiento, por supuesto, Perfect Day, Vicious, Walk on the wild sideConey Island baby, Satelite of love..., todas ellas auténticos himnos en la historia del rock. Sin embargo, me decido por The power of positive drinking, la cual oí unas cuantas veces a bordo del Seat 600, lila y descapotable, con el que mi hermano mayor me llevaba de punta a punta de la isla de Mallorca, a mis catorce años. Aún recuerdo como si fuese ayer que lo primero que hice cuando regresé a la península fue ir a la tienda de discos a comprar el casete (así como el primer álbum de Pretenders, en el que se incluía el ahora mítico Brass in pocket). Magnífico verano aquel del año 80.