martes, 13 de abril de 2010

NI TE CASES NI TE EMBARQUES

Como dijo Umberto Eco «La superstición trae mala suerte», de modo que yo no soy supersticioso. Por si acaso ustedes lo son, recuerden que hoy es martes 13, o sea que crucen los dedos, toquen madera y, a ser posible, háganse con un trébol de cuatro hojas, con una herradura de siete agujeros o con una simple pata de conejo. ¡Ah, y no se deshagan de lo conseguido, que en julio se las habrán con otro! (cada año les aguardan de uno a tres). O eso o vayan ahorrando para un buen psicólogo, pues, al parecer, adolecen ustedes no solo de tredecafobia o triscaidecafobia —temor irracional a los martes—, sino además de trezidavomartiofobia —aversión al martes 13—. (Yo no sé quién habrá sido el refinado ingeniero lingüístico responsable de tan horrísonos palabros; pero, al seguro, sufría de fobia a la eufonía).

Son numerosas las hipótesis que se plantean para explicar la fama de fatídico que tiene este día, y, aunque a ciencia cierta nada se sabe, cualesquiera que sean las acertadas han de ir, necesariamente, en dos sentidos: el funesto número y el aciago día de la semana. Como es bien sabido, la mala suerte debida a la confluencia de ambos elementos no es creencia universal; verbigracia, en la cultura anglosajona, es el viernes el que converge con el 13.

Vayamos por partes.  En lo que atañe al número 13, llamado por muchos 12+1 (siempre me pregunto por qué no 14-1), de él se dice que es la cantidad de espíritus del mal que hay en la cábala; que es la carta del Arcano Mayor que, en el tarot, corresponde a la muerte; que es el capítulo del Apocalipsis donde se anuncia la venida del Anticristo... Sin embargo, parece que la explicación más difundida es la que apunta a la Última Cena, en la que trece eran los comensales, y ya se sabe cómo acabó quien no era apóstol sino maestro. No obstante, a mi entender, algo hay que escapa a la lógica. Cierto es que, para cualquier hijo de vecino, la muerte no es nunca algo deseable, menos aún a deshora; sin embargo, Jesús no lo era (hijo de vecino, digo), era hijo del Altísimo, quien, además, le tenía reservado tal inmediato porvenir con el fin de la Redención. ¿A qué, pues, señalar tan aciagamente el suceso? Claro, siempre cabe un ánimo jocoso en el origen de la superstición; aunque, puestos a ser festivos, más acertado sería pensar en el final de Judas Iscariote, sin duda, el más vecinal de cuantos asistieron al ágape.

Cuenta Augusto Conté, en el primer tomo de sus Recuerdos de un diplomático que el embajador danés en la España ilustrada de 1841 «tuvo la ocurrencia de mandar hacer una muñeca de grandor casi natural, y la sentaba a su mesa cuando alguna circunstancia imprevista reducía el número de sus convidados a trece».

Por cierto, digo yo que quien adolezca de triscaidecafobia no ha de ser persona terca, a riesgo de "mantenerse en sus trece", como hiciese el Papa Luna al encerrarse en el castillo de Peñíscola sin haber renunciado nunca a su pontificado como Benedicto (¿adivinan el guarismo?) XIII.  Claro que, si uno es obstinado, siempre cabe buscar a quien lo sea tanto o más y que sea él quien "se mantenga en sus trece" mientras uno "se mantiene en sus catorce" (tal diría, por ejemplo, el bueno de Sancho hablando de su señor don Quijote y del caballero de la Blanca Luna).

En cuanto a lo que al martes se refiere, la explicación más plausible es la de que este día se halla consagrado al dios Marte —martis dies—, que lo era de las disensiones y de las batallas. Por esta razón, los gentiles no celebraban casamientos en martes, de donde las gentes llanas lo tomarían como día aciago. De tal manera que "En martes, ni te cases ni te embarques (ni de tu familia te apartes, ni tu puerco mates"), "En martes, ni gallina eches ni hija cases", "En martes, ni hijo cases, ni cochino mates". Y, de ahí, "Boda buena, boda mala, el martes en tu casa", aunque "Buenos y malos martes los hay en todas partes".

Les deseo buena suerte.

9 comentarios:

  1. A veure si la meva quota de mala sort ja està completa, i passa de llarg de casa meva, que ja semblem amigues... (collons!!!) (...i si, per si de cas, no surto de casa, avui?... Ahhhhh!!!)

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  2. Me falta leer tus entradas anteriores, pero si todas son como esta con cuanta información saldré de tu sitio.
    No soy tan supersticiosa, igual al leerte crucé los dedos y lo demás menos el trébol...
    Hoy en mi curso de inglés la teacher relacionó con la cultura anglosajona el día Viernes 7.

    Saludines

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  3. Siempre me parecen muy interesantes todas tus entradas...

    A mi me gusta el martes y 13. Pienso que da suerte. Será porque a mi hermana que nació en un día así, le ha sonreído mucho la vida.

    Tienes un premio en mi blog.

    13 besos llenos de cariño, y de suerte.

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  4. Va! yo tpc soy supersticiosa, pero gran explicación.
    Recuerda, que sólo nosotros, los españoles, somos los que creemos en el Martes 13, para el resto de culturas es el Viernes 13 ;)
    Un abrazote!!!

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  5. PLAERDEMAVIDA, ¿al final saliste de casa? Yo creo que, si alguien hay con el cupo colmado, esa eres tú. Por tanto, no ha lugar el temor. Recuerdos a Francisco y besitos para el jardín de infancia.

    AURORAINES, a la ancestral fatalidad del 13, la cultura anglosajona le añade el viernes, al parecer, porque la gran acción contra los templarios se produjo en toda Europa un viernes 13 (creo recordar que de octubre de 1307). La lástima es que, en España, no se trasladase al famoso Jason X del viernes al martes, de modo que para mucha gente existe cierta confusión. (¿Ya descruzaste los dedos?)

    SAKK, gracias por el premio. A ver si un día, con tiempo, hago por fin un "slide" de esos que tan chulamente te quedan a ti. Si las supersticiones son positivas, entonces yo las quisiera todas. Seguro que a ti también te sonríe la vida, aunque sólo sea para devolverte mínimamente lo que tú le sonríes a ella.

    OCASIONES, ¡cómo me alegra el reencuentro! En realidad, creo que lo del viernes 13 se limita (como decía un poco más arriba) a la cultura anglosajona. Sucede que su poder de exportación cultural (sic) no conoce límites. Y si no, mira tú la de brujas y calabazas de jalogüin que, tras acabar con las llamitas en aceite, se ciernen amenazadoras sobre las castañas y los difuntos.

    Un fuerte abrazo a todas.

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  6. Me encantan los martes y trece como todo encuentro fortuito de dos realidades extrañas. Nadie habla de los miércoles y veintisiete, ni de los jueves y treinta y uno. Mi plaza de parquin es la trece y yo sigo en mis trece y afirmo que la primavera ha comenzado en un martes y trece, conjunción astronómica y literaria, aunque desde la novela de David Goodis, el Viernes trece todavía tiene mayor carga metafórica.

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  7. ¡Válame, que me place la retahíla de casuística que aportas! Como me enamora ese parquin en vez de aparcamiento.

    A mí, de los Martes y trece, lo que más me ha gustado siempre han sido sus empanadillas de Móstoles.

    Un abrazo.

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  8. Tienes un abrazo en mi blogue de Noites de Tormenta.

    Un beso
    Flor

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