martes, 14 de agosto de 2012

Simple Minds


Noche apacible de verano en Cap Roig. Copa de blanco antes del concierto, pipí, y a las gradas, que es la hora. Acordes estridentes de entrada. Aplausos, gritos, silbidos: los Simple Minds, al escenario. ¿Has visto? ¡Salen caminando!, me hace notar mi amigo Javi, justo un par de horas antes de que expire su tercer cuadragésimo quinto aniversario —en un par de semanas advendrá también mi tercer cuadragésimo quinto aniversario; hemos decidido quedarnos en los 45, ¿qué pasa? Vale, lo inteligente hubiese sido quedarse en los 30, pero ya no hay remedio—. ¿Oyes? ¿Oyes cómo jalea la gente su entusiasmo porque salen caminando, sin las sillas de ruedas? Ataque de risa descontrolada y a disfrutar, que ya suenan las guitarras.

No sé si Jim Kerr y los suyos han decidido quedarse o no en una edad determinada. Lo cierto es que no les hace falta; su música les hace atemporales. Las gradas se vistieron de diversas generaciones; la mía, seguramente, la más nostálgica, puesto que, a pesar de esa atemporalidad, los acordes de Don't you (forget about me), Alive and kicking... nos devolvieron a la memoria pubs y locales cuyos nombres acaso hemos olvidado, pero cuyos suelos y paredes quedaron para siempre en nuestro interior encerrando la música de los Simple Minds.

3 comentarios:

  1. Es bonito recordar... y seguir escuchando al grupo ´musical que nos gusta, sentirse vivos, eso es. Pero lo mejor quedarse en los 45.

    Ya que me has dado la idea, aunqeu no cuele, me voy a quedar en los 15 :)

    Un beso.

    ResponderEliminar
  2. ¡Ah...! ¿Pero tienes más de esos?
    Un beso.

    ResponderEliminar