miércoles, 12 de diciembre de 2012

Armagedón

“Me vuelvo a sus antiguos profetas del Viejo Testamento y las señales que predicen el Armagedón, y me pregunto si..., si nosotros somos la generación que verá ocurrir eso. No sé si habrán notado algunas de las profecías recientemente, pero, créanme, ciertamente describen los tiempos en que estamos viviendo.” Ronald Reagan, expresi(puaj)dente de los EE.UU.
Doce del doce del doce. No se me ha ocurrido asomarme a la ventana cibernética para comprobar hasta qué punto confluían, acaso a las doce del mediodía, los varios cumplimientos de profecías visionarias, catastróficos augurios y demás predicciones, maldiciones o advenimientos. ¡Quién sabe!, entre tanta negatividad agorera, tal vez incluso haya habido hueco para alguna que otra vana esperanza.

De todas formas, no sé por qué intuyo que el despliegue apocalíptico ha sido menor a lo que seguramente merece la tan peculiar singularidad de la fecha de hoy. Para apocalipsis, ya tenemos una crisis económica del carajo y un desgobierno pepero que, más que sofocarla o aun mitigarla, parece querer darle pábulo. Resulta obvio que quien intenta sanar a un enfermo antes procura por su fortaleza que por contribuir a su debilitación: ¿a qué, pues, tanto recorte donde más duele?

¡Y ahora, encima, nos sueltan a Wert! Ni el mismísimo Juan, al escribir su Libro de las revelaciones y convertir en él a Roma en la bestia de siete cabezas, fue capaz de engendrar en su imaginario tamaña irracional monstruosidad.

Me estoy temiendo, conforme escribo, que quizá sí haya indicios suficientes de que el fin es inminente. Lo comprobaré enseguida, tras abandonar el teclado y asir el ratón, a punto ya de cumplirse las otras doce, las de la medianoche y las brujas. Aunque, claro, si a esa hora logro estar asomado aún a esta ventana cibernética, bien estará yendo la cosa, pues, en rigor, ya será mañana, día 13. ¡Hmmmm...! Y suerte que ha de ser jueves y no martes, porque uno no da ya para tanto susto con la profecía maya a la vuelta de la esquina de los calendarios.

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