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Detalle del templo Khajuraho, en Benarés. |
Y me acordaba de ello y de ellos porque hace unos pocos meses, cuando saltó la noticia de que las felaciones y los cunnilingus eran causa —a lo menos, estadísticamente preocupante— del funesto cáncer de garganta, imaginábame yo a la casta eclesiástica retrógrada de este católico país nuestro saltando jubilosa y alborozada, por fin, ante el advenimiento del divino castigo al desordenado y carnal lujuriar del ser humano. El canto de tamaños júbilo y alborozo expondría la idea de que no se asistía, desde la destrucción de Sodoma y Gomorra, a semejante demostración de la ira divina. Y es que, seguramente, la susodicha casta no ha acabado de acostumbrarse, en dos mil años de tradición cristiana, a ese Dios blandengue del Nuevo Testamento.
Por cierto, quien fuese altavoz de la noticia, Michael Douglas, parece ser que ya está curado de su cáncer, el cual, finalmente, no era de garganta sino de lengua. No sé..., dicen por ahí que en Hollywood vive el demonio. Serán las malas lenguas.
Por cierto, quien fuese altavoz de la noticia, Michael Douglas, parece ser que ya está curado de su cáncer, el cual, finalmente, no era de garganta sino de lengua. No sé..., dicen por ahí que en Hollywood vive el demonio. Serán las malas lenguas.