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martes, 15 de octubre de 2013

Ticcionario ciudadano

L'entrevista del diumenge que el canal 3/24 emitió anteayer tuvo como protagonista al portavoz parlamentario de C's, Jordi Cañas. Durante la misma, el Sr. Cañas, refiriéndose al PSC, afirmó: "A veces se lo digo cariñosamente: tienen que leerse las acepciones de las palabras. O sea, cuando uno es federalista no puede pedir el derecho de autodeterminación" (sic).

No es la primera vez que el Sr. Cañas o su líder, el Sr. Rivera, andan por ahí recomendando a los demás, con excesiva alegría, eso de que se miren el diccionario. De tal forma, que no acierto a saber si la tal recomendación es una argucia efectiva en la búsqueda ganancial de votos para el partido o, llanamente, un ramalazo, aunque no propiamente de locura, antes bien de vana soberbia. Aunque vaya usted a saber si, después de todo, acaso no es sino una simple muletilla, esto es, un tic lingüístico.

Pero, en fin, no sea dicho... Acudamos al lexicón, pues, a fin de cuentas, es sano ejercicio mental. Entrada "federalista" en el DRAE, primera acepción —como cabe esperar—: 'Partidario del federalismo'. Entremos, pues, a través de "federalismo" y atendamos a sus diversas acepciones... ¡Ah, no! ¡Un momento! La voz "federalismo" es monosémica y solo significa "Espíritu o sistema de confederación entre corporaciones o Estados". Vayamos, entonces, con determinación, a la entrada "autodeterminación"; no sea que el problema semántico pescado con Cañas se encuentre en esta palabra. Dos son las acepciones que nos ofrece el DRAE:
  1. 'Decisión de los ciudadanos de un territorio determinado sobre su futuro estatuto político'.
  2. 'Capacidad de una persona para decidir por sí misma algo'.

Esta segunda acepción es la que me permite a mí, por ejemplo, decidir que no voy a votar a C's. En cuanto a la primera acepción, es la que da cuenta de que yo decida, en la pequeña medida proporcional que me corresponde democráticamente, qué futuro estatuto político quiero para "un territorio determinado", el cual, en el caso que nos ocupa, dícese Catalunya. Y ello incluso teniendo en cuenta que soy federalista —aunque, ciertamente, no socialista—.

Llegado a este punto, siento cierta desazón, pues sigo sin ni siquiera vislumbrar la tan obvia  según Cañas contradicción en que incurre todo federalista pro autodeterminación. De modo que hago un último intento por aclararme y me cuelo de nuevo en el DRAE; esta vez, a través de la entrada "estatuto", no sea que se halle en ella el intríngulis conceptual. Este sustantivo posee cuatro acepciones distintas y sospecho que la estrechez de miras y de criterio del portavoz de Ciutadans ha escogido como única válida la tercera: 'Ley especial básica para el régimen autónomo de una región, dictada por el Estado de que forma parte'. De ser así, el intríngulis 'dificultad o complicación' sería más bien el intríngulis 'intención solapada o razón oculta que se entrevé o supone en una persona —el Sr. Cañas— o en su acción. Porque esta acepción tercera de "estatuto" da cuenta de la realidad tal como la entiende la actual legislación española; sin embargo, en una cuarta acepción, como tecnicismo del ámbito lingüístico del derecho, "estatuto" es el 'régimen jurídico al cual están sometidas las personas o las cosas, en relación con la nacionalidad o el territorio'. Y es precisamente ese régimen jurídico el que los federalistas queremos variar de la forma menos imperfecta que las sociedades han sido capaces de idear: a través del voto democrático. La autodeterminación de los pueblos es un derecho consensuado internacionalmente, por lo que cualquier pueblo puede libremente aspirar a decidir su futuro como Estado autonómico, independiente o federal.

Reconozco que me sentiré decepcionado si la consulta se reduce, como pretenden muchos, a una simple disyuntiva de independencia sí o no. Espero que me permitan optar por una realidad federal, que acaso no sea mayoritaria, pero que está mucho mejor  perfilada que esa amorfa suma de "unión y singularidad" con que C's intenta jugar al despiste de la indefinición ideológica. Una indefinición, por otro lado, a la que siempre ha jugado este partido desde que dijeron venir a ocupar el centro izquierda, pero acabaron pactando con la coalición ultraderechista Libertas. Lógico, si consideramos que Albert Rivera venía de las Nuevas Generaciones del PP.

lunes, 6 de mayo de 2013

Federalismo bicéfalo

He de reconocer que me siento un privilegiado al poder sentirme representado por la voz política de un político; en mi caso, Joan Herrera. Son estos que corren tiempos de falsedad política en los que difícilmente uno puede sentirse representado por voz ninguna. No obstante, voy a poner un par de peros, ciertamente menores, a lo que el coordinador nacional de ICV dijo no hace mucho en Els Matins de TV3.

Preguntado por la bicefalia Camats-Herrera, recién proclamada en el partido, al bueno de Joan, no se le ocurrió otra cosa que negarla. Entiendo que lo hiciese con el fin de vendernos la idea del dos, que, inevitablemente, se desprende del concepto de bicefalia: dos es, en esencia, un número más democrático que uno; dos piensan más que uno; dos suman y no restan... Lo que no debiese hacer Herrera —y voy, con ello, al primer pero— es dar a entender que la bicefalia es una disyuntiva dada entre opuestos. Bicéfalo es un adjetivo que no posee connotación peyorativa. De forma neutra, su único significado es el que hace referencia, muy a menudo en sentido figurado, a lo «que tiene dos cabezas». Dicho esto, es posible que el diputado de ICV no pretendiese en absoluto tergiversar la realidad y que, simplemente por desconocimiento, la bicefalia posea, en su idiolecto, un uso restringido de carácter peyorativo. Este tipo de errores es harto frecuente en los hablantes, quienes acabamos reduciendo los contextos posibles para una palabra a solo aquellos propios en nuestro uso lingüístico. Sin ir más lejos, no hace mucho una colega filóloga hubo de ponerme sobre aviso de que, cuando yo hablaba de grupúsculos, lo hacía, como la mayoría de hablantes, en la creencia inconsciente de que la voz poseía un matiz de sentido despectivo, cuando, en realidad, la limitación a su significado de «grupo poco numeroso de personas» es solamente el de la necesidad de intervención activa «frente a otro u otros grupos mucho mayores». En definitiva, volviendo al hilo de lo iniciado, ICV es un partido de coordinación bicéfala. Y es de desear que dos coordinen mejor que uno.

El segundo pero tiene que ver con este enjundioso retruécano que Herrera espetó durante la mencionada entrevista: «El federalismo es el derecho a la diferencia sin diferencia de derechos». El pero no se debe al retruécano en sí, que es de chapó y, como dijo aquel ínclito torero en dos palabras, im presionante —de hecho, incluso lo he recabado para el web de figuras retóricas que andamos confeccionando este curso en 1.º de bachillerato—. Sucede, sin embargo, que la expresión no es suya; ya la habíamos oído en boca de Ferran Pedret —aunque desconozco si es él quien la acuñó— . Herrera obvió citar la fuente, lo cual es criticable, aunque se entiende fácilmente al recordar que Pedret es diputado del PSC en el Parlament de Catalunya. Yo no soy como el rey francés aquel al cual disgustaba sobremanera la presencia de retruécanos en los torneos de ingenio palaciegos. A mí, me complacen los que, como este, están tan bien traídos. Pero, claro, que ICV tire del argumentario federalista del PSC ya no me parece tan bien, pues el convencimiento federal de los sociatas se lo acaban de encontrar debajo de la alfombra histórica de su ideario como quien encuentra la suciedad bajo la alfombra, largamente olvidada allí.