
Leo en una noticia, difundida anteayer desde Nueva York por Reuters, que
los individuos con un menor cociente intelectual son más propensos a fumar [...], según afirman las conclusiones de un estudio elaborado por el Centro Médico Sheba en Tel Hashomer (Israel) entre más de 20.000 soldados israelíes. Aunque el informe se apresura a puntualizar que
fumar no hace que la inteligencia de las personas se reduzca, uno tiende enseguida a incluirse entre el género estulto.
Por supuesto, no voy a hacer proselitismo acerca de tan necio vicio; es más, ni siquiera preciso de leer semejantes noticias y estudios para ser consciente de que no haber dejado aún de fumar es una tontería y de las gordas. Sucede que uno empieza a estar más que harto de que le calienten las orejas en torno a lo de marras, abierta o sutilmente y desde tantos frentes.
Y digo yo: ¿por qué estas buenas gentes del Sheba en Tel Hashomer han elegido como conejillos de Indias a soldados israelíes? En fin, lo de israelíes, por proximidad geográfica, naturalmente; pero ¿soldados? ¿Acaso sea porque su espartana uniformidad se hace extensiva también al cociente intelectual? No creo; ello restringiría el margen de error en el estudio. No obstante, los números cantan: resulta que el cociente intelectual de los no fumadores fue de 101, mientras que el de los hombres que comenzaron a fumar antes de entrar en el ejército se quedó en 94.
No sé a ustedes; pero, a mí, lo que de verdad me preocupa del estudio es que todos aquellos, fumadores y no fumadores, a quienes dan fusiles en una de las zonas más conflictivas del planeta presenten una media tan mediocre¹ en su cociente intelectual.
¹ Mediocre significa 'de calidad media': la clasificación 'normal brillante' se da, en ascenso, a partir de un IQ de 110 y la de 'normal lento', en descenso, a partir de 90 (nada que objetar, pues). Lo malo es que 'mediocre' también significa 'de poco mérito, tirando a malo' (preocupante, ¿no?).
IMAGEN: 'Siente' © , por Enetenetu.