martes, 7 de enero de 2014

NOOSomos iguales

Ayer, consuetudinariamente, recibí vía c. e. la palabra del día de Ricardo Soca. El don de la oportunidad acertó a que esta fuese el sustantivo rey.

La entrega, también como de costumbre, informaba sobre todo de la etimología de esta palabra, cuya raíz indoeuropea reg- hace referencia «a la idea de moverse en línea recta y, metafóricamente, tener comportamiento correcto, cumplir las reglas». No en vano, dicha raíz está en el origen de las voces latinas rectus, correctus y regula.

En su último párrafo, el texto nos recordaba que «Los indoeuropeos eran pueblos primitivos, prehistóricos, que se congregaban en grupos dirigidos por un guía o jefe, que les indicaba el camino recto, que más tarde los romanos llamarían rex y que llegaría al castellano como rey».

Veinticuatro horas después todos los rincones informativos de periódicos, radios y webs se llenaban con la noticia de que, por fin y de nuevo, la infanta Cristina ha sido imputada. Y, claro, uno no tarda en recordar que el bueno —es un decir— de Juancar no solo no sigue «camino recto» ninguno, sino que ni siquiera sabe indicarlo pues, por mucha ambientación navideñotelevisiva que envuelva a su retórica oficial mientras perora, ni su propia hija le hace caso. Acaso, sencillamente, porque no haya caso; yo, como muchos otros, pienso que el gran Borbón no es ajeno a nada. Ni en esto, ni en el asunto de la herencia...

Que, demasiado a menudo, los poderosos no solo interpretan las leyes a su conveniencia sino que, además, las acomodan a ella para enseguida quebrantarlas es algo que está fuera de toda duda, cuando menos en esta España de corrupción endémica. «Allá van leyes, do quieren reyes» —nunca mejor dicho—.

2 comentarios:

  1. Me gustaría pensar que existe el clima adecuado para reivindicar la república como ámbito de convivencia política de todos los españoles, pero dudo que sea así. La república tiene escasos adeptos aunque la monarquía cada vez tiene más disconformes, yo entre ellos. España es un país en permanente estado de refundación, que no consigue nunca estabilidad con ningún régimen. Las noticias del descrédito de la monarquía son frecuentes, la que citas de la imputación de la infanta Cristina va a tener cola porque los delitos de que se le acusan llevan implícita la cárcel y no me imagino al rey haciendo cola en Carabanchel para ir a ver a su hija en un locutorio.

    Me sorprende que la figura de Juan Carlos suscite tan poca simpatía y que levante recientemente tanta animadversión. Leyendo sus años de reinado se podría decir que España ha tenido el periodo más fértil y tranquilo de su historia atormentada. Incluso para Cataluña he leído en declaraciones de nacionalistas ha sido un periodo realmente exitoso con el mayor grado de autonomía tenido jamás. Otra cosa es que se pretenda pintarlo negro para conseguir otras cosas como la independencia.

    En definitiva, no sé cómo saldremos de esta porque la cuestión no está madura para la república ni la derecha la aceptaría, o sea que estaríamos en las mismas de siempre.

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    1. Por definición, la monarquía es un sistema no democrático. En algunas democracias, como la nuestra, subsiste no sé si decir superpuesto o paralelo. Me da igual que la monarquía sea más barata, me da igual que sea más deseada... La monarquía me convencerá, como mucho, en el momento en que podamos decidir cada cuatro años si renovamos o no la regencia. Imponer —y las monarquías son siempre impuestas— se opone a elegir. Y que no me vengan con milongas de que España sí la votó, porque, como es de todos sabido, el sí a la monarquía lo colaron como parte del paquete del sí a la democracia y el no a la dictadura. Y de ello, además, hace ya demasiado tiempo: yo no tenía aúin derecho a votar y nunca más me han vuelto a pedir mi opinión.

      Que España haya ido así o asá a partir del último tercio del siglo XX y pensar que ello se debe a Juar Carlos I, mutatis mutandis y apeados del sentir nostálgico, es como dar crédito a pie juntillo a aquello de que con Franco se vivía mejor. De todas formas, mi inquina no es tan borbónica como monárquica. Es cuestión de principios, no de resultados ni simpatías.

      Salu2 federales (para los cuales tampoco estamos preparados).

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